El punto de vista propio

El punto de vista propio (que es una postura, una actitud, una opinión) sobre un modo de hacer o de proceder, ante una situación determinada, un objetivo a lograr, o un problema a resolver, por poner unos ejemplos, es un elemento que —muchas veces— uno mismo lo supervalora y se niega a someterlo a discusión. Esto sucede tanto en el ámbito profesional (como miembro de un equipo de trabajo), como en el ámbito familiar o de las amistades (como padre, madre, hijo, hermano, amigo, etc.). Esta conducta suele ir asociada a una escucha escasa o nula a los demás. A mí me parece que no escuchar de verdad a los demás significa renunciar a ampliar la visión personal de un todo, es decir, de una realidad, por ejemplo, unas circunstancias, un problema. De alguna manera es un comportamiento empobrecedor a nivel personal para quien lo practica y sin lugar a dudas dificulta la comunicación con los demás.

¿Por qué pasa esto? De ordinario, la conducta de no escuchar a los demás va unida a no estar dispuesto a cambiar, quizá por inseguridad personal, por miedo a equivocarse, por querer evitarse el esfuerzo que supone un cambio, o tal vez tiene que ver con el muy de moda «sé tú mismo» del que habla el escritor Juan Meseguer. El ««sé tú mismo» contemporáneo —al menos, en su versión más difundida— convierte en verdad incontestable la idea de que todo en mí es valioso por el hecho de ser mío», escribe Meseguer. Parafraseando a este autor, el «sé tú mismo» impone a los demás la obligación de no cuestionar el punto de vista propio, que se ve como una prolongación de la identidad propia. Es decir, rechaza toda discusión, esto es, rechaza algo que es esencial en el diálogo cordial que respeta a la persona. Discutir es argumentar, es buscar razones. ¡Es dialogar!

Someter el punto de vista propio a la cordial discusión es cultivar la argumentación y contrastar y así abrir la puerta a su mejora, por lo tanto, es aceptar sabiamente que el punto de vista propio es corregible y ampliable. Parafraseando a la empresaria estadounidense Betsy DeVos, Secretaria de Educación entre 2017 y 2021, se trata de escuchar de verdad para aprender de las opiniones de los demás, aunque difieran de las propias o no se compartan, y admitir —con humildad— que siempre hay la posibilidad de que uno mismo esté equivocado. En definitiva, vale la pena considerar el valor infinito del diálogo cordial, que siempre respeta a la persona, amplía la mirada y mejora la calidad del punto de vista propio.

Fotos: Unsplash

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